miércoles, 23 de octubre de 2013

Luna Nueva, No. 39, Octubre 2013. Poéticas del poema. Por Rómulo Bustos Aguirre. Ensayo y muestra de jóvenes poetas del Caribe colombiano.

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Poéticas del poema
Rómulo Bustos Aguirre*
Luna Nueva, No. 39, Octubre 2013. Páginas 32 a 37.

La poesía asume hoy, en nuestra era industrial,
una condición subterránea,
que en su replegamiento encarna la eseticie
que toma el lugar
de la creencia abandonada de Dios
como redención de la vida
EUGENIO MONTEJO

Esta observación de Montejo nos pone en el camino de algo que no
se da como evidente: la relación sustantiva entre poesía y religión en
el mundo moderno. Este relevo de la poesía, este tomar el lugar de la
creencia apunta a su base religiosa, a su carácter extrañamente religioso.
En la nota prologal de Alfabeto del mundo, edición de 1988, del cual
fue tomado este epígrafe, América Ferrari se pregunta, por cierto, si esta
creencia de la que habla Montejo estará del todo abandonada en la obra
del mismo.

Más nítido sobre esta relación resulta Hugo Friedrich cuando señala
que la anormalidad ( 1 ) que registra como rasgo central de la poesía mo-
derna tiene un sustrato último religioso. Así, al ocuparse del cristianismo
que algunos quieren ver en Baudelaire señala en Estructuras de la lírica
moderna:

Claro que [ ... ] no puede ni imaginarse sin una herencia cristiana;
pero lo que queda es un cristianismo en ruinas [ ... ]. La poesía pos-
terior -con excepción de la de Rimbaud- pierde la noción del
origen de su anormalidad en la podredumbre de un cristianismo
decadente. Pero la anormalidad queda. Y ni siquiera los poetas
cristianamente más rigurosos quieren o pueden resistirse a ella; tal
es el caso de T.S. Eliot.

Se trata, por supuesto, de una religiosidad sui generis, anómala, tensa,
marcada por la cicatriz de la conciencia o la sospecha de su imposibilidad.
El destechamiento, la orfandad, la ausencia de un centro ante el agujero
negro del sinsentido que se abre con el desplome del orbe cristiano ven-
dría a ser la raíz de esta poesía. Esa orfandad radical es lo que perfila,
espléndidamente, Ferrari en su Gato metafísico:

El gato que se sienta
habitualmente
sobre las piernas
de una persona
si le cortan las piernas
a la persona
de raíz
¿sentirá el gato
que le han cortado esa persona de raíz?
¿sentirá la persona
que le han cortado su gato
de raíz?
¿ y quedará todo cortado
para siempre
y sin raíz?
¿ y quedará ya solo un dolor en el aire
y tronchada
una raíz?

Extraordinaria imagen de aquello que subyace a la compleja espiri-
tualidad moderna y contemporánea y actual. Uno puede imaginar esa
raíz desposeída de árbol alguno, en deriva, signo vacío, flecha malvada
que indica la Nada.

Bataille nos trae más pistas sobre el asunto, cuando a propósito de sus
reflexiones sobre la poesía de Blake en La literatura y el mal, dibuja el
complejo estatuto de la poesía moderna. Señala Bataille, que la poesía
no autónoma, en función ancilar del mito, la magia o la religión, va
asociada a la plenitud de la capacidad mitopoiética del hombre, esto es
su capacidad para imaginar o inventar universos totalizantes, dadores
de sentido. El sentido, eso que parece ser necesidad medular del animal
humano. En igual medida, la poesía autónoma va asociada a la crisis o
pérdida de esta capacidad mitopoiética. En este orden de ideas, la poesía

moderna (constitutivamente autónoma), es así, dicho de modo general,
esencialmente, impotencia mitopoiética, y por ello deseo espectral de
religación; religión en la medida en que es solo deseo imposible (al
menos, conflictivo) de religión. De este modo la poesía moderna viene
a ser ese nuevo y oscilante lugar "mistérico" construido sobre las ruinas
del impresionante edificio de la salvación que levantara el cristianismo y
cuyas coordenadas son la disonancia (Friedrich), la incertidumbre (Paul De
Man), el enigmatismo (Adorno). El lugar donde siempre está ocurriendo
o, donde habiendo ocurrido, siempre está hablando el Dios ausente, el
Dios muerto, y donde estará habitando una siempre incumplida, aplazada,
(o ¿"definitivamente tachada"?), promesa salvífera. Potencia mitopoética
e impotencia mitopiética 
diferenciarían de este modo
la poesía no moderna de la
poesía moderna.

Sería justo entonces lla-
mar, en rigor, Poesía a la
palabra en la que se man-
tiene, en todo su espesor,
la potencia mitopiética, y,
-.por defecto (en el sentido
estricto del término) reser-
var el nombre de Poema, a
aquella palabra que ha sido
eviscerada de su potencia
mitopiética; es decir aquella
palabra de la cual se ha reti-
rado la virtud plenificadora
y en la cual ha quedado
solo su fantasmalidad. No
aquel "artefacto" en que se .
singulariza, concretiza, o
toma cuerpo la Poesía, sino
aquello, precisamente, de lo
que se ha retirado la Poesía,

quedando, sin embargo habitado por su espectro. Poema es, pues, lo que
resta de la Poesía en un mundo sin religación, desmitificado, despoiesi-
zado ... hablo de Poema como si de otro género se tratara, más cercano al
universo moderno "caído" de la novela, en su polifonía, heterogeneidad
o apertura genérica. Es bajo esta luz como hablo de poética(s) del Poema.
Proceloso fue el camino de la modernidad literaria en Colombia hasta
arribar al universo de las poéticas del poema, ya se sabe. El pánico vital
y literario de los dos Caros, Luis María Mora, Antonio Gómez Restrepo o
Rafael Maya ante el advenimiento de la "catástrofe" de la modernidad al
romper lo irrompible: el divino lazo entre Verdad y Belleza, al expulsar
a Dios de la república de los poetas, lo ilustra con suficiencia el crítico
y poeta David Jiménez en su Poesía y canon. Silva y Luis Carlos López
son las piedras angulares de este proceso. Hay, desde luego, otras piedras
angulares, triangulares o paralelepípedos, como se prefiera; pero acaso

donde se realiza en toda su potencia esta poética de la impotencia es en
Álvaro Mutis, ya en la mitad del siglo xx.

Estas poéticas del poema, en su diversidad de rumbos y matices, son
las que encontramos desplegándose en nombres como Jaime Jaramillo
Escobar, Giovanni Quessep, Juan Manuel Roca, José Manuel Arango,
Harold Alvarado Tenorio, Darío Jaramillo, Raúl Gómez Iattin, Piedad
Bonnett, Horacio Benavides, Fernando Herrera, Carlos Vásquez T., Jorge
Cadavid, Miguel Ángel López (Vito Apushana), Efraim Medina Reyes,
Lucía Estrada o Felipe García Quintero ... Diversos son los trazados del
poema. Arriesgaré algunos bocetos de estos posibles rostros:

1.- Vivencia problemática, agónica de la ausencia de Trascendencia.

2.- Como manifestación de la crisis de Trascendencia en el orbe
occidental, asomo a formas de espiritualidades orientalistas, eso-
terismos o universos de sentidos étnicos excluidos del horizonte
cultural por el eurocentrismo.

3.- Asunción desencantada o irónica de la ausencia de Trascendencia.
Esta asunción in extremis puede adoptar la forma de rebeldía ante
los modos icónicos o emblemáticos de la sociedad, y la adhesión
a formas de vida marginales o contraculturales. Muchas veces se
está ante un inmanentismo de la derrota que más que una revuelta
contra Dios, escenifica una especie de revuelta contra el hombre.

4.- Asunción de un inmanentismo no problemático, en cierto modo en
plenitud. Una poética de la cotidianidad, de las pequeñas cosas y
goces, atravesada o no por ventanas o relámpagos de una nostalgia
imprecisa.

En realidad, lo más frecuente es la simultaneidad contradictoria de
algunos de estos modos en un mismo autor en un momento dado, o a lo
largo de su trayecto creativo; aunque hubiera uno dominante.

Algunas resonancias o trazas de lo anotado -o entramado de entrecru-
zamientos- se podrán observar en esta primera parte de una muestra de
jóvenes poetas del Caribe colombiano ( 2 ) a la que Luna Nueva ha abierto
sus páginas, con una selección de textos bien ya publicados o inéditos;
esto último dicho sin perder de vista que la "poesía" en nuestra época,
publicada o no, siempre permanece inédita. Nacidos casi todos en la
década del setenta, constituyen, sin duda, un registro significativo en la
configuración de un mapa de las nuevas sensibilidades "poemáticas" en
nuestro país.
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*  Poeta, ensayista y dd'cente de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Cartagena.
Está terminando su trabajo doctoral en Ciencias Religiosas en la Universidad Complutense
( 1 ) Desde luego el sentido de anormalidad en Friedrich no es una noción valorativa, como él bien
lo aclara. El término quiere describir el fenómeno de la poesía moderna en que esta rehúsa .
al lector la posibilidad de ser comprendida con facilidad, rompiendo con las expectativas
comunicativas convencionales que le son familiares y originando una tensión disonante
comunicativa, en la medida en que el texto poemático aspira a ser un ente auto suficiente.
Se abre así una brecha con el lector. La «anormalidad» a que punta Friedrich, queda clara
apelando a otro Eugenio, MontaJe: «Si el problema de la poesía consistiera en hacerse
comprender, nadie escribiría versos».
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